Saber que hacer
Piense en una pequeña burbuja, flotando en un estanque. Es empujado, de un lado a otro por el viento, por el movimiento del agua. Si flota contra una rama, o contra el borde del estanque, o si el agua se vuelve un poco agitada, la burbuja explota.
Está a merced de las fuerzas de la naturaleza.
Ahora, hagámosle una pequeña burbuja especial. Primero, pongamos un pequeño remo básico en cada una de sus cuatro esquinas. Y también le daremos la cantidad mínima de inteligencia, solo lo suficiente para recibir un poco de información y actuar al poder encender o apagar sus cuatro paletas. ¡Ahora, todo cambia!
Si detectaba el cambio en el agua (porque se acercaba a la rama o al borde del estanque), entonces podía apagar una paleta y encender la opuesta, haciéndola girar o retroceder.
Ahora nuestra burbuja ligeramente especial puede coordinar sus movimientos y puede responder a su entorno. ¡Puede adaptarse a lo que sucede a su alrededor!
¡Esto aumenta su duración de supervivencia exponencialmente!
Y, tal vez incluso tendría una sensación de tranquilidad, porque sabía que podía controlar sus movimientos, responder y adaptarse; sabía que podía “vivir” más tiempo. ¿Eso no le daría más facilidad a nuestra burbuja?
Cada diminuto de los componentes dentro de una sola de tus células es más complejo, más inteligente y más adaptable que nuestra burbuja ligeramente especial. Y también lo es la “piel” alrededor de esa célula. Y ahora multiplica eso por 40 a 70 trillones de células que te componen.
Eres increíblemente complejo y maravilloso, debido a esta inteligencia innata dentro de ti que te coordina cada milisegundo de tu vida, te permite adaptarte a tu vida y eso te ayuda a vivir.
Cuando todo va bien, tu vida está tranquila.
Eres en facilidad.
Eres verdaderamente magnífico.
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