Hablemos de glucosa, hablemos de salud 1
El azúcar es a veces nuestro mejor aliado ante el estrés, todos nos hemos terminado una barra de chocolate o un paquete de galletas en un momento de estrés o soledad. Pero si nos da la sensación de bienestar durante unos minutos, la culpa o el malestar físico regresan con fuerza. Al final, esta ingesta de azúcar se convierte en un estrés intenso para nuestro organismo.
Hoy quiero ofrecerte una solución a los antojos y los aspectos nocivos del consumo de azúcar. Te prometo que hay maneras de estar más saludable y al mismo tiempo comer una galleta de vez en cuando, sin necesidad de terminar la caja.
Empezaremos hablando del azúcar y sus efectos, y en el próximo artículo te daré estos famosos y tan esperados consejos. ¡Ya vamos, te voy a contar mis descubrimientos sobre la glucosa!
Cuando consumimos azúcar, nuestro páncreas libera una hormona muy conocida, la insulina. Su función es almacenar el exceso de glucosa en el hígado, los músculos, y transformar el exceso en grasa, este es uno de los mecanismos que explica por qué engordamos. Si la glucosa permaneciera en la sangre, podría causar daños importantes. Este mecanismo de protección es, por tanto, una maravillosa manera de que nuestro cuerpo se adapte al estrés químico producido por el azúcar.
El azúcar está escondido por todas partes. Si tomas el tiempo de leer la lista de ingredientes de los productos que compras, verás que realmente está en todas partes. Y sí, la glucosa es necesaria para que nuestro organismo funcione, pero la fructosa no. Sin embargo, cuando comemos alimentos dulces como frutas, o productos procesados e industrializados, también hay fructosa. Y la fructosa, a diferencia de la glucosa, sólo se puede almacenar en forma de grasa, lo que causa estragos en nuestra salud.
Cada vez que consumimos azúcar, se produce un aumento de glucosa en la sangre, seguido de la secreción de insulina. El almacenamiento de glucosa y fructosa es útil a corto plazo. Pero a largo plazo, al tener picos de glucosa y de secreción de insulina, podemos desarrollar problemas de salud. A corto plazo, los picos y descensos del azúcar en la sangre provocan todo tipo de síntomas: mareos, náuseas, palpitaciones, sudoración, antojos, estrés, agotamiento, confusión mental y fatiga. A largo plazo, estos incluyen problemas de la piel, envejecimiento, artritis, demencia, mayor riesgo de cáncer y depresión, trastornos digestivos, enfermedades cardíacas, infertilidad, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2, problemas de salud en el hígado y los ojos. Esto se debe al estrés oxidativo del que vamos a hablar, creado por picos de azúcar en la sangre excesivamente intensos y frecuentes. El exceso de insulina en nuestro organismo es un factor de obesidad, diabetes tipo 2 y desequilibrios hormonales importantes como el síndrome de ovario poliquístico, entre otros. La insulina impide que el cuerpo queme grasas, horas después de haber tenido un pico de glucosa.
Para entender cómo cambiar esto, ahora me parece importante hablarte de nuestras mitocondrias. Son elementos súper importantes presentes en nuestras células que tienen como objetivo proporcionarles la energía que necesitan para asegurar su supervivencia y las funciones que se supone que deben realizar. Y para eso las mitocondrias utilizan la glucosa. Sin embargo, sólo pueden quemar la cantidad de glucosa que la célula necesita para obtener energía. Por lo tanto, un aumento de glucosa es una señal de que estamos suministrando glucosa a nuestras células demasiado rápido.
¿Y qué sucede cuando las mitocondrias se ven abrumadas por el exceso de glucosa?
– Parte de la glucosa se transforma en grasa, gracias a la acción de la insulina.
– También las mitocondrias liberan lo que llamamos radicales libres, que suponen un grande estrés para nuestro organismo.
Así es como creamos estrés oxidativo dentro de nuestro cuerpo. Estos radicales son tan malos que pueden cambiar aleatoriamente nuestro código genético creando mutaciones, e incluso pueden dañar células que antes estaban completamente sanas. Cuando los picos de glucosa son demasiado frecuentes y significativos, las mitocondrias liberan muchos radicales libres y nuestras células ya no pueden combatirlos ni adaptarse. Esto acelera nuestro envejecimiento y causa enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2, entre otras. La fructosa aumenta el estrés oxidativo incluso más que la glucosa. Las moléculas de fructosa también provocan glicación (reacción nociva de envejecimiento) diez veces más rápidamente que las de la glucosa, generando mucho más daño. La asociación de radicales libres, estrés oxidativo y glicación conduce a una inflamación generalizada en el cuerpo. Si esta inflamación se vuelve crónica, puede resultar muy dañina, siendo causa de numerosas enfermedades. Nos centraremos en la reducción natural de la variabilidad glucémica. Cuanto más bajo sea, más sano estará tu cuerpo.
La idea es suavizar la curva de glucosa evitando picos significativos. Y esto también ayuda a suavizar la curva de producción de insulina. Esto es lo que veremos en detalle en el artículo de la próxima semana. Mientras tanto, quizá sea buena idea prestar un poco más de atención en los próximos días a la cantidad de alimentos azucarados y procesados que ingieres, así como a la cantidad de verduras, y a cómo organizas tus comidas y tu ingesta durante todo tu día.
Margot
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